domingo, 30 de octubre de 2011

He caminado solo por las calles.
He pedido ánimo prestado hoy,
como ayer supliqué no ser más quien soy
a un Dios arrogante. Caso y detalles
carecen de importancia, mas, intuyo
a cada instante un motivo, una razón
por la que descoyuntar la trabazón
entre yo y un mundo que niego, excluyo,
como si de proposición lógica
se tratara. Porque no tiene cara,
ni ojos, ni cuerpo con el que luchar
y porque no piensa, ni me va a hablar
de la belleza, ni nada de nada.
Es absurdo adorar lo desalmado.
¿Qué me queda? Tan sólo esto: 
la fe 
en que tal vez ya no sepa lo que sé,
esto es, que esté loco y equivocado.   





jueves, 27 de octubre de 2011



El librepensador se distingue del mero pensador en el “uso del tiempo”. He entrecomillado esta expresión porque es apropiado usarla para el pensador, para el pensador a secas, pero no para el libre- pensador. Éste no pretende “emplear” el tiempo; ello, valga decir, dicho simbólicamente (y, por qué no, tendenciosamente). Su trabajo consiste más bien en entablar relaciones con el tiempo, sin sometimientos. Lo que quiere no es reducirlo sino iniciar un diálogo con él. Convivir en paz y armónica comprensión con el tiempo. Hallamos aquí el momento positivo de una curiosa dialéctica intelectual. Si uno no piensa libremente, “usa” el tiempo, lo esclaviza, o por lo menos regula su fluir mediante coerciones de todo tipo. Contrariamente, el librepensador trata de hacer de su pensamiento una utopía. Es cierto que "pensar" precisa de cierta medida, cierta disciplina, por lo que evidentemente el librepensador vive en perpetua contradicción consigo mismo. En todo caso, esta contradicción dilucida mucho más límpidamente sus ideas que cualquier otro factor. Todos los librepensadores han sido y son seres paradójicos. 


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Hace unos años mi lema en relación al arte (y por extensión al arte de vivir) era “el único camino hacia el triunfo, es la obsesión”, lo cual todavía hoy suscribo en parte. El problema aparece cuando la obsesión sobrevive a la creencia misma, que, en cierto momento, deja de sostenerse, por ponerse en duda el fundamento del término "triunfo" o su contenido de verdad. Entonces este camino se subvierte y, sin duda, se desvía resueltamente hacia la desesperación. Una obsesión sin objeto. La inteligencia boicotea toda ilusión. Ningún ideal sobrevive. ¿Por qué? Porque todos los ideales, en tanto ideales, se asocian a una imposibilidad básica: a la felicidad. Pues el triunfo no es sino la cara objetiva de la felicidad, tanto como ésta es su forma subjetiva. Con este descubrimiento, irremisiblemente, se abre en el individuo la caja de Pandora y todo sistema ético queda neutralizado de raíz. 


 

miércoles, 26 de octubre de 2011

Witold Gombrowicz


¿Qué quieres tú de mí? ¿Y qué demonios se espera?
Uno empieza a escribir, no en otoño, en primavera,
y los versos se desbordan como la tormenta
agita un piélago remoto- ah, ¡y trasparenta
el alma! No es orgullo, sino furiosa juventud.
Porque eso es poesía,  una rebeldía
secreta que persiste, insiste hasta la senectud
cada vez más débil: la genuina esperanza.
Es la vida misma. Del espíritu es la danza.
  


martes, 25 de octubre de 2011

¡Vivir! ¡Qué gran tontería es la vida,
y sin embargo, cuánto menester tenemos
de ella! En efecto, si mil Polifemos
nos cercaran, no menos, la huída

de su caverna íbamos a pergeñar,
como Odiseo aunque viera a sus amigos
expirar uno tras otro, engullidos 
por el monstruo... Como, aun a riesgo de olvidar

la alternativa – que de gran indignación y horror
ante el absurdo y aciago sufrimiento
es muestra- así, a la inversa, nosotros

seguimos viviendo, aferrados al error.
Si digo que no deseo vivir , miento,
pero el que así
 sea me llena de estupor.    

sábado, 22 de octubre de 2011

Sin inicio,

    
    escribo en un sustrato de frenesí
    contenido, ¡cómo debe escribirse!
    El espíritu no va a distinguirse
    de las formas, si por ellas es… sentido.

         El espíritu no avanza, no camina,
         se eleva. El espíritu se subleva
         ante sí mismo, sí, y sin embargo no termina.

             Encuentra su sentido, siempre, en su libertad;
             en la total indeterminación. O en la verdad

                 de ser pura proyección. Como un poema sin final,




sábado, 15 de octubre de 2011

pensamientos



Para hacer algo, primero hay que saber hacerlo, pero para saber hacerlo, primero hay que aprender a hacerlo, y para aprender a hacerlo (se trate de lo que se trate) sólo cabe practicar, es decir, hacer sin conocimientos sólidos. Así, comprenderéis que escriba como si supiera de qué hablo. ¿Acaso no es toda vida y todo conocimiento sobre ella una hipótesis imposible de verificar?
 
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Todo lo esencial es sencillo, lo complejo es saber qué es esencial.
 
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Nadie elige ser dogmático, del mismo modo que nadie elige ser estúpido. Otra cosa es la ironía, que consiste en hacerse pasar por ambas cosas.
 
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El dogmático que trata de ser irónico cae siempre en el sarcasmo.

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La sabiduría de Sócrates explica su proverbial sociabilidad. Su sociabilidad, en relación a su sabiduría, explica su ironía genial. Pero ésta, en cierto modo, explica su ejecución, con lo cual: O la sabiduría de Sócrates comprendía, entre otras cosas, el decidir sobre la propia muerte, o no es que resultara muy práctica que digamos…

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Al ver desde lejos a unos albañiles construyendo una casa, uno tiene la impresión de que saben lo que hacen. Al hablar con ellos, se empieza a dudar de que lo tengan tan claro. Y al conocer personalmente al capataz le entran ganas a uno de no entrar nunca más en un edificio.

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El pensamiento es, por supuesto, más astuto que el pensador. ¿Cómo logra sobrevivir aquel entre tanta imbecilidad? Muy fácil, haciendo creer a unos pocos que existe a priori y que, por lo tanto, sólo tienen que encontrarlo.

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Para que una palabra tenga sentido tiene que poseer dos características: En primer lugar, una determinada función para con su contexto lógico- gramatical. En segundo lugar, otra función, de naturaleza radicalmente distinta, para con su contexto pragmático- comunicativo. La primera está sujeta a norma. La segunda, crea la norma.

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El orgullo es al espíritu lo que la sangre al cuerpo.

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Lo mejor de mí es lo que hago a pesar de mí. De eso, señores juristas, sí me hago responsable.

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Petición de principio: Describir es prescribir. ¿Pero qué prescripción cabe dar aquí? Pues bien, sólo hay dos posibilidades: O “esto” debe ser así, o no debe ser así. De tal exigencia, en esencia, se remiten los dos polos políticos.
 
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En el fondo, todas las personas tienen solamente una habilidad: Huir. Lo que determina el carácter de los distintos oficios, de las llamadas técnicas, de los diferentes dominios, es el modo en que, en cada caso particular, se escapa de la inmanente negatividad de la existencia.

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Punto de partida del auténtico filosofar: Ante el discurso, no prejuzgar el valor de las palabras. La “fenomenología” no debería ser, a priori, más filosóficamente relevante que una “lombriz”.

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Hablar del talento de un artista hoy en día es, en cierto sentido, como hablar del poder de un prestidigitador en el siglo XVIII.

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No son las ideas las que pasan de moda, sino las formas en que a lo largo del tiempo han sido defendidas.





martes, 11 de octubre de 2011

Amor encontrado


    ¿Qué puedo decir cuando, si digo 
    que te quiero -que es cuanto quiero
    decir- me siento un pordiosero,
    un mendicante, pero si digo
    toda otra cosa, bien sé que miento?

        - Pues hablo de lo que experimento… 

    De tal ambivalencia latente
    que sacude este  Ser- contigo
    que soy, pero sin- contar conmigo,
    yo
, éticamente un invidente,
    extraigo el siguiente epigrama:
 
    
    Crearon un amor bello e irreal,
            como los meandros de una llama.  

  

domingo, 9 de octubre de 2011

Suicida del estilo

    
    
    Caer en el más profundo abismo
    entre las zarzas que las pasiones
    han dispuesto –astutas- en los rincones
    del alma, es sentimentalismo.

    Y es vano luchar contra un seísmo.

    Pero el hombre, por si fuera poco,
    es constructor…  Eleva el formalismo
    
    sobre la tierra; y trepa, cual loco.



    - ¡Bobo! ¡Tanto peor la caída!



          ¿¡Cómo no propender, suicida
 del estilo, no obstante, a ensanchar la vida!?
    




Consuelo erótico




    Hoy encuentro consuelo en los sonetos
    Mañana, quizá en ciertos circunloquios
    filosóficos (que no vaniloquios:
    pues de laberinto son vivos setos,

    no privan acceso; sí lo retrasan)
    Acaso pasado mañana sean
    las musas quienes entonar me vean
    antiguas romanzas. Puede que digan:

    ¿Adónde van éstas tus esperanzas?
    Ya sea en poema, canción, discurso…
    ¿Por qué te agrada, así, ser diletante?

    Y yo replicaré muy digno a estas chanzas:
    ¡Musas! ¡No la ciencia, sino el concurso
    del dios Eros, os dio vuestro semblante! 



sábado, 8 de octubre de 2011

¿Por qué los días son baldíos?



    ¿Por qué? ¿Por qué los días son baldíos?
    ¿Qué se hizo de los céfiros templados?
    Del suelo arcilloso y  de los encalados
    muros,  ¿quién los ha dejado tan fríos?

    ¿Y por qué hay más ceniza de suspiros
    que fuego en este lar? ¿Y por qué... lados
    donde echarme a llorar por todos lados?
    ¡Contestadme vosotros, mis amigos!

    Que tiempo llevo ya por los retiros
    de mi espíritu observando, trastornado,
    una geografía inquebrantable.

    Es la tensión y humedad de los tejidos
    el aviso de nada determinado.
    Mórbida instancia de lo inapelable. 




jueves, 29 de septiembre de 2011


El pesimismo está tan justificado como el optimismo. La historia no es una razón de peso; ante ella puede objetarse el porvenir.


Filosofía en términos freudianos: insatisfacción coartada en su fin. 


La poesía representa la subversión del esquema clásico de forma y contenido: El poeta sólo utiliza un discurso, un “contenido proposicional”, como vehículo de un estilo. El logos equivale al pathos y el pathos al logos; la bella expresión disculpa todas las falsedades… En última instancia, se trata de crear Ethos.   


Hay dos tipos de escepticismos: uno cobarde, nacido del miedo a ahondar en la investigación del mundo, y otro de profunda aceptación, de observación; de experiencia y sabiduría. Antes de encerrarse en su castillo, Montaigne tuvo el valor de salir afuera y explorar.


Una convención es, para los orgullosos, el bastón que les humilla mientras les presta un gran servicio. 


Las llamadas convicciones son la pátina moralista de los prejuicios más arraigados. Allí donde no hay justificación, se añade, con toda naturalidad, justificante


Objetivamente, el esfuerzo es la sátira del deseo del que proviene. Subjetivamente, en cambio, es la epopeya de su realización.  



 Artistas polifacéticos: Su múltiple mediocridad, útilmente, encubre un único miedo. Miedo a buscar en una sola dirección; a perderse en el magisterio de algo que, de antemano, se sabe inútil en relación a lo que importa.  Miedo a "lo que importa". A la nada.  



sábado, 17 de septiembre de 2011

18 aforismos más


1.

Sólo quien se ha perdido alguna vez entiende "de caminos".

 

2.

¡Y entonces… amé! 

Fue como encontrar un signo de interrogación entre formulaciones matemáticas…
3.

Lo peor de odiar a los demás es que, a menudo, se les odia con cariño.
4.

La medida de la verdad es el perjuicio. Ante la duda, pregúntate cuánto destruye a su paso.
5.

Antiguamente, a unos se les educaba para mandar y a otros para servir. Ahora, en cambio, se educa a todo el mundo para lo mismo: para que ganen tanto dinero como puedan.
6.

Para comprender hay que aguzar el espíritu del mismo modo que un catador centra toda su atención en el paladar. Así, tal y como éste llega a captar matices de sabor ignotos para el resto, el pensador aprehende formas profundas en lo más trivial. Como el poeta es sensible a la belleza y fealdad del mundo, el filósofo es aprehensivo ante ciertas combinaciones de ideas; y cuánto más ahonda en ellas, cual pocero, más se expone a quedarse atrapado y a no poder volver al estado, digamos, “de reposo”, en el cual la idea, esporádicamente, llega a germinar.

7.

Si del dolor hay escapatoria, hay también posibilidad de poesía. Pero si no la hay –o carecemos del impulso creador necesario para que la haya-, entonces el mundo vuélvese un lugar terrible y vulgar del que sólo cabe esperar tormento o muerte.



8.

Aquel viajante empleó más tiempo tratando de descifrar el mapa que explorando el terreno. Algunos dirán que era un hombre sensato, puesto que no sabía nada del lugar en el que se encontraba, pero, si bien se mira, también puede llegar a parecernos muy cobarde y, en cierto modo, ingenuo… En efecto, ¿por qué fiarse del mapa, si se desconfía de todo lo demás?


9.

El único afecto de valor es aquel del que podemos prescindir.


10.

Hay personas que parecen haber nacido con la rara cualidad de sólo poder ser estimadas desde la distancia.

11.

Nuestro propio juego – Conocí a un jugador de baloncesto con una técnica impecable, y que, sin embargo, no sabía jugar en equipo. Su problema era que había adquirido la costumbre de pelotear mirando su sombra a cada momento; y, sin tal punto de referencia, perdía el balón constantemente. Un día me confesó que ya era tarde para él, que nunca podría cambiar aquel hábito sin menoscabo de su técnica, a lo que yo le contesté que le entendía perfectamente, que a mí me ocurría lo mismo cuando escribía. “Ah, pero tú estás salvado”, me dijo, “tu no tienes que jugar con otras personas”. “Ni tú tampoco”, contesté, “a los dos nos basta con la sombra”.
12.

Sólo existe un talento: el de fingir su posesión.
13.

El talento es el tributo que concedemos a quienes nos engañan con suma maestría. 


14.

Nuestro rostro es el símbolo de lo que somos, es decir, de lo que no somos más que por su continua vigencia como tal.
15.

Crear: adular al cuerpo para que éste, envanecido, garboso, enamore a la idea.
16.

Un filósofo de partido se me antoja, en su proceder, como un padre que en vez de contemplar a su hijo mientras, muy esforzadamente, juega a fútbol con sus amigos, va a darle también él patadas al balón.
17.

El héroe no tiene un arma para cada enemigo, sino un enemigo para cada situación.
18.

“Deporte de aventura” es una contradicción en los términos.


jueves, 15 de septiembre de 2011

Vuelta a la vida de la tierra


Vuelta a la vida de la tierra.
No sólo es un retorno.

Hay en la medida en que lo que hay no se niega.
En la medida en torno
a lo medido.

         (a su servicio)

Vuelta a todo principio vivido;
a todo instante de autenticidad.


A ti, existencia.
A tu verdad.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Más aforismos


1.

Normalmente, cuanto más se vanagloria uno sobre su destreza con las mujeres, menos capta su valor último, su profundidad natural. Por lo demás, se da el típico caso de hombre obtuso cuyo influjo, por desgracia, no se circunscribe a la cuestión aludida, sino que lo intoxica todo irresponsablemente, echándonos su hálito pestilente sin pudor y banalizando (objetivando) todo lo que toca.


2.

“Entre el dolor y la autocompasión se atisba, frágil, lo sublime” – Desde luego, esta no es una frase sublime.


3.

Esta es la utilidad de la filosofía: desengañar. ¿Y de qué desengaña? Pues de todo, absolutamente... Incluso de sí misma y su valor.


4.

Luchar por algo, o contra algo, es una sola y misma cosa. Toda cualidad no es perceptible sino por contraste, y sin embargo ¿a favor de qué causa está quien precisamente repudia la lucha? ¿Es real la alternativa? ¿No hablamos aquí de nihilismo? ¿Existen, en verdad, la beatitud, la paz espiritual, el estado ascético etc.? – ¿O son sólo signos de negación canonizados?


5.

Lo que hace que debamos recurrir a la fe es la inadmisibilidad de que, en ocasiones, pueda no ser bueno creer en el bien y, conforme a ello, intentar hacerlo.


6

Pobre iluso: Creía que escribir bien era cuestión de caligrafía.

–  Creía que vivir bien era cuestión de educación.


7.

Estudiando filosofía, he observado que, como si de aquivos y teucros se trataran, las escuelas o tradiciones a menudo contienden no por la victoria (la imposición de doctrinas), sino por las armas del contrario (los conceptos). También aquí hay motivos para creer que las razones que les impelan a ello son tan pragmáticas como religiosas.


8.

Las decisiones verdaderamente importantes son las que nos definen en relación a ideales de heroísmo o santidad.  Sólo escapan de éstas unos pocos: Los locos, los genios, los desesperados… Quienes carecen de ideales.


9.

Sé que me embarga la serenidad: Estoy dispuesto, e incluso se diría que deseo, equivocarme de nuevo.


10.

En la inmensa mayoría de los casos –los afortunados– la vida se reduce a nacer, trabajar, procrear, asegurar la propia supervivencia (y otras cosas por el estilo). En los casos desafortunados, a esto se le añade el ser demasiado conciente de ello.


11.

El orgullo: cuando, desde un punto de vista estético, consigue emocionarnos, lo llamamos nobleza, “la nobleza del hombre”, pero cuando nos fastidia o aburre lo llamamos vanidad.


12.


Y dijo el profesor: “en mi opinión, es inteligente quien no compara”, a lo que yo repuse “¿y quien compara, en cambio, qué es?”.
    Lo cual fue una provocación innecesaria.


13.

Es imposible hablar sobre algo con quien sólo usa las palabras para algo.


14.

Independientemente del asunto que traten y del dominio que demuestren en la materia, quienes hablan lento muestran más inteligencia que quienes hablan rápido: Dejan que sea la comunicación misma la que encuentre al buen receptor, y así se ahorran ellos la engorrosa psicología y pueden concentrase en el discurso.


15.

Símil eléctrico –  El saber vive de la memoria y la alegría del olvido. Así pues, una lección sacamos de ello: para ser felices, debemos aprender a sucedernos en fases de idiotez y lucidez, periódicamente, como si fuésemos la corriente alterna que da luz a una bombilla.


16.

Las buenas ideas no pasan de moda. Pasan de moda quienes las defienden mal.


17.

Una reflexión moral –  En la acción algunos hombres se figuran que nada es en vano, y así se tranquilizan, apaciguan la duda que podría anquilosarlos. Otros actúan siguiendo el dicho “sólo lo superfluo es necesario”, y se ponen enfermos de pensar en los motivos. Una tercera especie hace del pensamiento acción y así cree liberarse de las trampas anteriores. Pero en todo caso se actúa, y eso es, en último término, lo que importa porque – dicho coloquial y no coloquialmente- es lo que hay.


18.

Toda vez se conocen las reglas básicas de una gramática y se tiene la paciencia de corregir con esmero los textos, escribir bien se reduce a usar las palabras del modo en que alguien desearía, pero no consigue, realizar. Es una  cuestión de psicología; ya se trate de poesía, de narrativa o filosofía. El escritor se convierte, con sus malas artes, en el ideal de su lector.

lunes, 15 de agosto de 2011

Esos extraños albañiles


En el edificio donde por aquel entonces trabajaba oí decir que algunos albañiles deambulaban –vete a saber qué haciendo- por los pisos inferiores. Así que cierto día bajé con el fin de averiguar por qué se desentendían de la edificación propiamente dicha y, para mi asombro, descubrí que sencillamente discutían sobre los principios de construcción que allí prevalecían y sobre cuál técnica o qué materiales se habían empleado, así como del porqué del más mínimo detalle de la estructura; cosa que a la sazón me pareció exagerada y casi absurda en tanto que, algunos metros más arriba, todavía se estaba levantando el edificio. Sin embargo, mi asombro alcanzo su cénit al escuchar al más veterano de todos –hombre solemne y de voz engolada- que afirmaba que la entera construcción no dependía sino del trabajo que ellos hacían, puesto que, al conocer mejor las plantas bajas, y teniendo en cuenta el principio según el cual a mayor altura mayor inestabilidad, su tarea consistía en procurar que toda la obra se mantuviera firme y derecha; y que, por lo tanto, se les debía tener por protectores del inmueble.

Debo confesar que el argumento me produjo cierta impresión, aunque después, al regresar a mi puesto, traté de recordar la última vez que los viera en los tejados y no lo conseguí. Al preguntar a mis compañeros, ninguno supo decirme si hacía dos, cinco o diez años de la última vez que fueron vistos a esa altura; y quizá por ello recordé que todo cuanto les había oído decir aquel día era, en verdad, muy anacrónico, por lo que se infería que, aun siendo unos perfectos eruditos, no conocían gran cosa de las técnicas y herramientas modernas. Entonces me reí para mis adentros y pensé: “demonios, la pasión que ponen estos hombres en su trabajo (si es que puede considerarse un trabajo) les hace olvidar lo elemental, esto es, que se encuentran en un edificio en construcción y que, por lo tanto, de lo que se trata es de acabarlo”. Pero no sé por qué me sentí muy mal juzgándolos de este modo y, por ello mismo, retomé el trabajo presuroso.  

jueves, 4 de agosto de 2011

Atlas

¡Oh, Dios, por qué hemos venido a parar
aquí, entre dos universos de sentido!
¿Acaso es, en efecto, haber nacido
el mayor pecado; o el pecado
es perseverar - tal como Atlas
hizo, el inmortal - en el castigo? 

sábado, 30 de julio de 2011

Reflexiones y aforismos:

Hay dos clases de amigos: los que guían y los que confunden. También nosotros somos a veces para nosotros mismos buenos y malos amigos, según nos sea preciso.

Lo único que diferencia a un artista “verdadero” de un artista “técnico” es que el primero cree que, con sus obras, va a conseguir algo más que recompensas terrenales.  

Principio y fin de la filosofía es el descreimiento. No puede ir más allá de él sin devenir ciencia empírica, fundada en principios; ni tampoco más acá, donde hallamos la conciencia de estos, fundada empíricamente. Es el término medio entre estos dos polos que se complementan. La condición para que pueda darse tal correspondencia. O sea, el brazo de la balanza por el que la realidad, en conjunto, es como es. No en vano, nos arroja al estado fundamental, a partir del cual uno "se abre" al mundo. Esto es, a la la ignorancia misma. Queda claro, pero ¿acaso sabemos en qué consiste ser filósofo? Toda respuesta, en base a las premisas dadas, será contradictoria. En esa contradicción vive, en cierta forma, el filósofo: Como un eterno no conocedor, o como el que sabe que no sabe.  

Con las lenguas (o idiomas) pasa como con las mujeres: Las querrías dominar todas, pero sólo puedes amar una.

El mayor moralista es el que no vacila en confesar públicamente sus faltas.


"En la vida hay tiempo para todo". Pero para los que el todo no es suficiente, apenas lo hay para una cosa. 

El amor es, en relación a la vida, lo que la incerteza es a la lógica: A un tiempo e inexplicablemente, su fundamento y su límite. 

 

domingo, 24 de julio de 2011

Hojas


Le he arrancado unas hojas al viento
en las que escribirte que te quiero.
Hojas… que crujen por el cosquilleo
y ríen; al compás del sentimiento.

Volarán. Volarán, de lamento
cubiertos, los días de febrero.
Y tú y yo…  Al estío un sonajero
le daremos, para su contento.

Un solo proyecto para otoño;
Y muchas -tantas como lozanas
albas- conclusiones en Invierno…

Que en primavera este retoño,
en céfiro de caricias arcanas,
- hacia ti - volará de mi cuaderno.
 


 


Escribir

No escribimos poesías para Dios,
Ni para una Idea,  idea pasajera;
No hay un verso que lleve delantera
a su autor, pues son una misma cosa, y no dos.

El verso, como un modo espinosiano,
es en mí, y –desengañaos- no expresa más
al poeta que su andar, u otras minucias.
No escribimos “para un tiempo lejano”…

Ante todo, no escribimos para nada.
Hay que truncar la idea de que escribir
tiene su fin, para mí, su coartada.

El Arte, escrito así, es un mero decir.
Toda verdad digna de ser buscada
-de ser creada- se encuentra en devenir.