sábado, 30 de julio de 2011

Reflexiones y aforismos:

Hay dos clases de amigos: los que guían y los que confunden. También nosotros somos a veces para nosotros mismos buenos y malos amigos, según nos sea preciso.

Lo único que diferencia a un artista “verdadero” de un artista “técnico” es que el primero cree que, con sus obras, va a conseguir algo más que recompensas terrenales.  

Principio y fin de la filosofía es el descreimiento. No puede ir más allá de él sin devenir ciencia empírica, fundada en principios; ni tampoco más acá, donde hallamos la conciencia de estos, fundada empíricamente. Es el término medio entre estos dos polos que se complementan. La condición para que pueda darse tal correspondencia. O sea, el brazo de la balanza por el que la realidad, en conjunto, es como es. No en vano, nos arroja al estado fundamental, a partir del cual uno "se abre" al mundo. Esto es, a la la ignorancia misma. Queda claro, pero ¿acaso sabemos en qué consiste ser filósofo? Toda respuesta, en base a las premisas dadas, será contradictoria. En esa contradicción vive, en cierta forma, el filósofo: Como un eterno no conocedor, o como el que sabe que no sabe.  

Con las lenguas (o idiomas) pasa como con las mujeres: Las querrías dominar todas, pero sólo puedes amar una.

El mayor moralista es el que no vacila en confesar públicamente sus faltas.


"En la vida hay tiempo para todo". Pero para los que el todo no es suficiente, apenas lo hay para una cosa. 

El amor es, en relación a la vida, lo que la incerteza es a la lógica: A un tiempo e inexplicablemente, su fundamento y su límite. 

 

domingo, 24 de julio de 2011

Hojas


Le he arrancado unas hojas al viento
en las que escribirte que te quiero.
Hojas… que crujen por el cosquilleo
y ríen; al compás del sentimiento.

Volarán. Volarán, de lamento
cubiertos, los días de febrero.
Y tú y yo…  Al estío un sonajero
le daremos, para su contento.

Un solo proyecto para otoño;
Y muchas -tantas como lozanas
albas- conclusiones en Invierno…

Que en primavera este retoño,
en céfiro de caricias arcanas,
- hacia ti - volará de mi cuaderno.
 


 


Escribir

No escribimos poesías para Dios,
Ni para una Idea,  idea pasajera;
No hay un verso que lleve delantera
a su autor, pues son una misma cosa, y no dos.

El verso, como un modo espinosiano,
es en mí, y –desengañaos- no expresa más
al poeta que su andar, u otras minucias.
No escribimos “para un tiempo lejano”…

Ante todo, no escribimos para nada.
Hay que truncar la idea de que escribir
tiene su fin, para mí, su coartada.

El Arte, escrito así, es un mero decir.
Toda verdad digna de ser buscada
-de ser creada- se encuentra en devenir.